sábado, 19 de enero de 2008

La pseudodemocracia del siglo XXI vs. despotismo ilustrado

Cualquier espíritu inquieto contrasta la realidad con la teoría para ver si existe una relación especular entre ellas. Durante mi tiempo libre he constatado que la democracia, tal y como la definieron los politólogos desde la Ilustración, es una forma de gobierno en el cual, una sociedad se autoadministra un poder para su reglaje. A medida que las sociedades se fueron haciendo cada vez más y más complejas, los filósofos y politólogos establecieron unas reglas formales para caracterizar un sistema democratico y sin las cuales, no existe la democracia como tal. La separación de poderes, la representación de la sociedad civil en el Estado, el tutelaje de la sociedad política por parte de la sociedad civil. Todo ello bajo el titulo de la libertad política, de cuyo ejercicio, surgían las libertades y los derechos individuales.
Si deseamos ver el reflejo de estos principios en el mundo actual deberemos asomarmos a un espejo negro donde solo se ve el brillo de la belleza del nombre y el dulzor de sus propositos, eso si, con un nuevo título: La pseudodemocracia.
La pseudodemocracia es un régimen de poder en el cual, un grupo de personas establecen una autoridad sobre una sociedad bajo el compromiso de respetar unos derechos y unas libertades. Esta relación supone una servidumbre voluntaria de la sociedad civil frente a una minoría cuyo mandato es ratificado en unas pseudoelecciones. El antiguo mandato imperativo es sustituido por una relación de dominación benébola.
La ademocracia es el fruto de la ultima posguerra en Europa que dislumbró un nuevo orden político basado en la autoridad de una nueva aristocracia de políticos agrupados en partidos estatalizados bajo una sola idea: El respeto al súbdito al que se le da todo, se le teme más que a un nublado, y se le apartaba del ámbito de lo público, para dejar la administración del Estado, en manos de una casta de considerados nobles que debido a su naturaleza gentil y graciosoide, reparten tolerancia a diestro y siniestro, se preocupan del bienestar de sus administrados, desenvainan la espada ante las injusticias y esconden la mano para tapar sus fechorias, abusos y corruptelas. Es el triunfo de la pseudodemocracia, de colores vistosos y sabor desagradable.
Si bien es cierto que el fin de la IIª Guerra Mundial creó la conciencia de que se debian establecer un decálogo de derechos universales, jamas creó la idea de impulsar la democracia como forma de gobierno más idonea para la humanidad, tal y como la definieron los filósofos y los politólogos desde la Ilustración. Al contrario, se estableció un nuevo régimen oligarquico donde el poder quedaba en manos de una minoria, eso si...cariñosa y querubinesca.
La pseudodemocracia gobierna nuestras vidas con la garantía de que casi siempre seremos tolerados, pero nunca seremos libres.

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